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Hablar con confianza
5 participantes
:: :: AMOR
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Hablar con confianza
La esencia
Hay dos factores que marcan la diferencia entre un buen y un
mal orador: la respiración y la postura.
Respirar hondo y llenar de aire los pulmones antes de hablar
proporciona mayor potencia a tus palabras. Para asegurarte
de que lo haces bien, respira hondo. Si el pecho no se hincha,
es que tu respiración es demasiado superficial.
Inténtalo de nuevo hasta que el diafragma —el músculo plano
situado debajo de la caja torácica— se expanda. Para comprobar
esto, coloca la mano sobre el estómago y asegúrate de
que se eleva al inhalar.
La mala postura puede restringir el diafragma y la respiración,
limitando tu poder vocal. Al hablar, asegúrate de enderezar
la parte superior del cuerpo. Si es necesario utiliza la técnica
de imaginar que tiras de una cuerda que va de la base de la
columna vertebral hasta lo alto de la cabeza hasta que queda
tensa. Pero no te pongas demasiado rígido; asegúrate de estar
relajado y sentirte cómodo con tu cuerpo
PROBLEMA: Voz baja o suave
SOLUCIÓN: Busca un lugar amplio y abierto, ya sea interior o
exterior. Lleva contigo una grabadora, un amigo de confianza,
o ambos.
Aléjate tres pasos largos de la grabadora o de tu amigo.
Respira hondo con el diafragma. Retén el aire y luego exhala
lentamente. Vuelve a respirar hondo un par de veces. Luego
inspira una vez más y, mientras espiras, y utilizando tu voz normal,
di «Puedo decir esto sin gritar y ser oído».
Ahora escucha la grabación de tu voz o pregúntale a tu amigo
cómo ha sonado.
Regresa a la posición anterior y repite la misma frase. Esta
vez, en vez de hablarle a tu amigo o a la grabadora, dirige tu voz
hacia arriba, a un punto situado a unos dos o tres metros del
suelo. Imagina que tu voz es una pelota de fútbol que debe describir
un amplio arco para llegar a la portería. Después escucha
el resultado y comprueba si hay mejoras.
Aléjate tres pasos largos más y repite de nuevo la frase:
«Puedo decir esto sin gritar y ser oído.» Intenta aumentar el volumen
de tu voz sin gritar o cambiar el tono.
Aléjate otros tres pasos más. Recuerda que debes dirigir la
voz por encima de tu interlocutor para que describa un amplio
arco. Después, escucha la grabación (o la reacción de tu amigo)
y analiza tu proyección vocal. Comprueba hasta qué distancia
se te oye con claridad sin tener que gritar. Practica hasta que te
sientas cómodo hablando en voz alta sin modificar el tono de tu
voz. Durante el proceso te darás cuenta de que, al mismo tiempo,
empezarás a hablar con mayor claridad.
Si toda tu vida has empleado un tono de voz bajo, es posible
que el volumen con el que percibes tu voz no sea el mismo
que los demás oyen. De modo que, si habitualmente el volumen
de tu voz es 5, a partir de ahora súbelo a 7. No te preocupes
por si hablas demasiado alto.
PROBLEMA: Habla rápida
SOLUCIÓN: Hablar demasiado rápido es uno de los errores vocales
más comunes y que más limitan. No sólo dificulta que se
te entienda, sino que da a los demás la impresión de que estás
nervioso, de que no eres alguien confiado y de que lo que dices
carece de importancia.
Una voz tranquila y pausada destila autoridad.
Para realizar este ejercicio, siéntate muy erguido delante de
tu grabadora de audio u ordenador con micrófono. Respira
profundamente y di la siguiente frase de un tirón, sin bajar el
ritmo: «Nunca más volveré a hablar demasiado rápido soltando
todas las palabras juntas de un tirón, porque tengo demasiados
pensamientos en la cabeza que quiero expresar y temo que, si
me detengo, la gente deje de escuchar.»
Luego escucha la grabación. Lo más probable es que decir
toda la frase de un tirón haya empeorado tu pronunciación y
haya provocado que te comas algunas palabras.
Ahora inspira y repite la frase. Esta vez, sin embargo, a una
velocidad exageradamente lenta; haz pausas extraordinariamente
largas entre palabra y palabra; pronuncia cada una de
ellas con mucha atención, y respira más veces de las que creas
necesarias. Luego escucha la grabación.
Repite este ejercicio entre cinco y diez veces, aumentando
gradualmente la velocidad, normalizando tu respiración y acortando
las pausas entre palabras, pero sin dejar de hablar de forma
pausada y pronunciando completamente cada vocablo. Al
principio te sentirás poco natural, pero continúa haciéndolo
hasta que des con una velocidad de habla cómoda y clara que
logre captar la atención de los demás.
Repite la frase algunas veces más delante de un espejo hasta
que te acostumbres a tu nueva velocidad de habla.
Una vez que domines este ejercicio a solas, es posible que en
un contexto social tu voz se acelere. Así pues, asegúrate
de controlar la voz y respirar hondo, y de ralentizar el ritmo tan
pronto como te des cuenta de que hablas demasiado de prisa.
Al igual que con el volumen de tu voz, a tu oído interno
puede que le lleve tiempo acostumbrarse a este cambio. Tal
vez creas que aburres a los demás, pero no es así. Con frecuencia
la gente que habla de prisa descubre que, incluso al ralentizar
su forma de hablar hasta un ritmo exasperantemente
lento, en realidad sigue haciéndolo a más velocidad que nadie
en la sala.
PROBLEMA: Muletillas
SOLUCIÓN: Las muletillas, o coletillas, son enemigas de la
confianza.
Aunque no sepas lo que es una muletilla, haz este ejercicio
antes de seguir leyendo: grábate mientras hablas con un amigo.
Llévate una grabadora cuando salgas de casa o bien graba tu
próxima conversación telefónica.
Escucha la grabación y transcribe cuidadosamente las primeras
frases. Asegúrate de tomar nota de todas las palabras que
dices. No te dejes ninguna.
Ahora repasa lo que has escrito. ¿Ves algún «hum», o «ah»?
¿Y algún «ya sabes», «es que» o «bueno»? Esto es lo que se conoce
como muletillas o coletillas.
Utilizamos estos vocablos sin sentido por varias razones:
como marcadores de posición, para asegurarnos de que no perdemos
la atención de los demás mientras pensamos qué decir a
continuación, y como sistema de sondeo, es decir, para comprobar
que la otra persona entiende o está de acuerdo con aquello
que decimos.
Pero ¿sabes qué es lo que transmiten en realidad a los demás
estas muletillas? Inseguridad.
El hecho de que dejes de hablar un momento no va a hacer
que pierdas la atención de nadie. Habla siempre como si la coherencia
de tu discurso fuera absoluta (incluso cuando no creas
que lo es). El hecho es que el modo en que te comunicas causa
mayor impresión que aquello que dices.
Ahora escucha diez minutos de la conversación que has grabado.
Anota todas las muletillas que dices y luego léelas en voz
alta (a no ser que el papel esté en blanco, en cuyo caso deberías
solicitar un empleo como locutor inmediatamente). Repítelas
hasta que se te hayan quedado grabadas en la mente, para así ser
consciente de ellas en futuras conversaciones. A partir de ahora,
ralcntiza el habla y escoge a conciencia cada palabra que uses.
El secreto para eliminar las muletillas —y para deshacerse
de muchos otros malos hábitos— es autocorregirse. En otras
palabras, escúchate a ti mismo cuando hables. Si adviertes una
muletilla, detente, corrígete y repite la frase sin ella. Puede resultarte
útil llevar encima tu lista de muletillas a modo de recordatorio,
para revisar tu habla y eliminar esos pequeños indicadores
de inseguridad.
PROBLEMA: Voz monótona
SOLUCIÓN: Si el tono de tu voz es parecido al de un viejo profesor
de geografía, o si a tus amigos se les cierran los ojos cuando
cuentas una historia, puede que tengas una voz monótona.
Aquí tienes un pasaje de un cuento infantil. Grábate mientras
lo lees:
Leopold Elñn tenía un problema: su nariz silbaba. No podía evitarlo.
Cada vez que respiraba por la nariz, de ésta salía una nota.
No el débil silbido que ocasionalmente emiten las vetustas narices
de hombres tres veces mayores, sino un sonido alto y estridente,
como el de un guardia que detiene el tráfico con su silbato. Leopold
era consciente de este problema, pero nunca había ido a ver
a un médico, pues creía que se trataba más de una cuestión anatómica
que médica. La causa de esa incorrección social puede que
fuera su tabique desviado, o sus estrechas ventanas nasales, o quizá
el torcido puente de su nariz.
Ahora escucha la grabación. Si es posible hazlo acompañado
de un amigo o un familiar para obtener una opinión más objetiva.
¿Al narrar la historia tu voz es dinámica y objetiva, de esas
que sumergen a los oyentes en el mundo que estás describiendo,
o es monótona, de las que los oyentes tienden a desconectar?
Si tu caso es el segundo, enciende la televisión. Busca un
presentador, un cómico o cualquier otro locutor de voz dinámica
que te guste. Escúchalo hablar. Presta atención a todos los
detalles y matices que hacen que su voz resulte irresistible. Advierte
cómo está presente en el material, cómo su voz suena
enérgica, cálida y apremiante.
Luego intenta repetir lo que dice, utilizando exactamente
sus mismas palabras, así como su tono y su estilo.
Cuando creas que eres capaz de imitar algunas de sus características
más atrayentes, vuelve a coger el cuento para niños.
Grábate leyéndolo otra vez, utilizando ahora las técnicas
que acabas de aprender. Mientras lees, experimenta con cambios
de volumen, tono, velocidad, timbre, ritmo y fluidez. Intenta
enfatizar distintas palabras, hacer pausas donde normalmente
no se harían; acortar o alargar las palabras; y hablar
adoptando distintas voces y acentos. Lee el pasaje varias veces,
y no temas hacer el payaso si eso te ayuda a superar tus limitaciones.
Cuando hayas terminado vuelve a leer el párrafo una vez
más. En esta ocasión, imagina que estás grabando un audiolibro
para niños. Compara esta nueva versión con la original y
descubrirás al gran narrador que llevas dentro.
PROBLEMA: Afirmaciones que suenan como preguntas
SOLUCIÓN: Siéntate, coge tu fiel grabadora y colócala delante
de ti.
Para realizar el último ejercicio vocal, imagina que la grabadora
es un amigo tuyo al que no le gusta el pescado. Tu objetivo
es convencerlo de que esta noche pruebe el sushi.
Cuando hayas acabado, escucha atentamente la grabación.
¿Elevas el tono al final de cada frase enunciativa?
Si lo haces, advertirás que tus afirmaciones suenan como
preguntas, y eso te hace parecer inseguro.
Los oradores persuasivos finalizan sus frases —y su argumentación—
de forma concluyeme.
Si tus afirmaciones terminan en un tono más elevado del
que han empezado, vuelve a grabar el mismo discurso. Esta
vez, sé firme. En vez de hacer preguntas que requieran contestación,
haz declaraciones categóricas que demuestren tu convicción.
Y asegúrate de que el discurso no deriva en repetitivos
disparates superfluos y de que al final llega a una conclusión
definida y convincente. Has de sonar como si supieras muy
bien de qué estás hablando y creyeras cada palabra que dices.
Aunque no le guste el sushi.
Hay dos factores que marcan la diferencia entre un buen y un
mal orador: la respiración y la postura.
Respirar hondo y llenar de aire los pulmones antes de hablar
proporciona mayor potencia a tus palabras. Para asegurarte
de que lo haces bien, respira hondo. Si el pecho no se hincha,
es que tu respiración es demasiado superficial.
Inténtalo de nuevo hasta que el diafragma —el músculo plano
situado debajo de la caja torácica— se expanda. Para comprobar
esto, coloca la mano sobre el estómago y asegúrate de
que se eleva al inhalar.
La mala postura puede restringir el diafragma y la respiración,
limitando tu poder vocal. Al hablar, asegúrate de enderezar
la parte superior del cuerpo. Si es necesario utiliza la técnica
de imaginar que tiras de una cuerda que va de la base de la
columna vertebral hasta lo alto de la cabeza hasta que queda
tensa. Pero no te pongas demasiado rígido; asegúrate de estar
relajado y sentirte cómodo con tu cuerpo
PROBLEMA: Voz baja o suave
SOLUCIÓN: Busca un lugar amplio y abierto, ya sea interior o
exterior. Lleva contigo una grabadora, un amigo de confianza,
o ambos.
Aléjate tres pasos largos de la grabadora o de tu amigo.
Respira hondo con el diafragma. Retén el aire y luego exhala
lentamente. Vuelve a respirar hondo un par de veces. Luego
inspira una vez más y, mientras espiras, y utilizando tu voz normal,
di «Puedo decir esto sin gritar y ser oído».
Ahora escucha la grabación de tu voz o pregúntale a tu amigo
cómo ha sonado.
Regresa a la posición anterior y repite la misma frase. Esta
vez, en vez de hablarle a tu amigo o a la grabadora, dirige tu voz
hacia arriba, a un punto situado a unos dos o tres metros del
suelo. Imagina que tu voz es una pelota de fútbol que debe describir
un amplio arco para llegar a la portería. Después escucha
el resultado y comprueba si hay mejoras.
Aléjate tres pasos largos más y repite de nuevo la frase:
«Puedo decir esto sin gritar y ser oído.» Intenta aumentar el volumen
de tu voz sin gritar o cambiar el tono.
Aléjate otros tres pasos más. Recuerda que debes dirigir la
voz por encima de tu interlocutor para que describa un amplio
arco. Después, escucha la grabación (o la reacción de tu amigo)
y analiza tu proyección vocal. Comprueba hasta qué distancia
se te oye con claridad sin tener que gritar. Practica hasta que te
sientas cómodo hablando en voz alta sin modificar el tono de tu
voz. Durante el proceso te darás cuenta de que, al mismo tiempo,
empezarás a hablar con mayor claridad.
Si toda tu vida has empleado un tono de voz bajo, es posible
que el volumen con el que percibes tu voz no sea el mismo
que los demás oyen. De modo que, si habitualmente el volumen
de tu voz es 5, a partir de ahora súbelo a 7. No te preocupes
por si hablas demasiado alto.
PROBLEMA: Habla rápida
SOLUCIÓN: Hablar demasiado rápido es uno de los errores vocales
más comunes y que más limitan. No sólo dificulta que se
te entienda, sino que da a los demás la impresión de que estás
nervioso, de que no eres alguien confiado y de que lo que dices
carece de importancia.
Una voz tranquila y pausada destila autoridad.
Para realizar este ejercicio, siéntate muy erguido delante de
tu grabadora de audio u ordenador con micrófono. Respira
profundamente y di la siguiente frase de un tirón, sin bajar el
ritmo: «Nunca más volveré a hablar demasiado rápido soltando
todas las palabras juntas de un tirón, porque tengo demasiados
pensamientos en la cabeza que quiero expresar y temo que, si
me detengo, la gente deje de escuchar.»
Luego escucha la grabación. Lo más probable es que decir
toda la frase de un tirón haya empeorado tu pronunciación y
haya provocado que te comas algunas palabras.
Ahora inspira y repite la frase. Esta vez, sin embargo, a una
velocidad exageradamente lenta; haz pausas extraordinariamente
largas entre palabra y palabra; pronuncia cada una de
ellas con mucha atención, y respira más veces de las que creas
necesarias. Luego escucha la grabación.
Repite este ejercicio entre cinco y diez veces, aumentando
gradualmente la velocidad, normalizando tu respiración y acortando
las pausas entre palabras, pero sin dejar de hablar de forma
pausada y pronunciando completamente cada vocablo. Al
principio te sentirás poco natural, pero continúa haciéndolo
hasta que des con una velocidad de habla cómoda y clara que
logre captar la atención de los demás.
Repite la frase algunas veces más delante de un espejo hasta
que te acostumbres a tu nueva velocidad de habla.
Una vez que domines este ejercicio a solas, es posible que en
un contexto social tu voz se acelere. Así pues, asegúrate
de controlar la voz y respirar hondo, y de ralentizar el ritmo tan
pronto como te des cuenta de que hablas demasiado de prisa.
Al igual que con el volumen de tu voz, a tu oído interno
puede que le lleve tiempo acostumbrarse a este cambio. Tal
vez creas que aburres a los demás, pero no es así. Con frecuencia
la gente que habla de prisa descubre que, incluso al ralentizar
su forma de hablar hasta un ritmo exasperantemente
lento, en realidad sigue haciéndolo a más velocidad que nadie
en la sala.
PROBLEMA: Muletillas
SOLUCIÓN: Las muletillas, o coletillas, son enemigas de la
confianza.
Aunque no sepas lo que es una muletilla, haz este ejercicio
antes de seguir leyendo: grábate mientras hablas con un amigo.
Llévate una grabadora cuando salgas de casa o bien graba tu
próxima conversación telefónica.
Escucha la grabación y transcribe cuidadosamente las primeras
frases. Asegúrate de tomar nota de todas las palabras que
dices. No te dejes ninguna.
Ahora repasa lo que has escrito. ¿Ves algún «hum», o «ah»?
¿Y algún «ya sabes», «es que» o «bueno»? Esto es lo que se conoce
como muletillas o coletillas.
Utilizamos estos vocablos sin sentido por varias razones:
como marcadores de posición, para asegurarnos de que no perdemos
la atención de los demás mientras pensamos qué decir a
continuación, y como sistema de sondeo, es decir, para comprobar
que la otra persona entiende o está de acuerdo con aquello
que decimos.
Pero ¿sabes qué es lo que transmiten en realidad a los demás
estas muletillas? Inseguridad.
El hecho de que dejes de hablar un momento no va a hacer
que pierdas la atención de nadie. Habla siempre como si la coherencia
de tu discurso fuera absoluta (incluso cuando no creas
que lo es). El hecho es que el modo en que te comunicas causa
mayor impresión que aquello que dices.
Ahora escucha diez minutos de la conversación que has grabado.
Anota todas las muletillas que dices y luego léelas en voz
alta (a no ser que el papel esté en blanco, en cuyo caso deberías
solicitar un empleo como locutor inmediatamente). Repítelas
hasta que se te hayan quedado grabadas en la mente, para así ser
consciente de ellas en futuras conversaciones. A partir de ahora,
ralcntiza el habla y escoge a conciencia cada palabra que uses.
El secreto para eliminar las muletillas —y para deshacerse
de muchos otros malos hábitos— es autocorregirse. En otras
palabras, escúchate a ti mismo cuando hables. Si adviertes una
muletilla, detente, corrígete y repite la frase sin ella. Puede resultarte
útil llevar encima tu lista de muletillas a modo de recordatorio,
para revisar tu habla y eliminar esos pequeños indicadores
de inseguridad.
PROBLEMA: Voz monótona
SOLUCIÓN: Si el tono de tu voz es parecido al de un viejo profesor
de geografía, o si a tus amigos se les cierran los ojos cuando
cuentas una historia, puede que tengas una voz monótona.
Aquí tienes un pasaje de un cuento infantil. Grábate mientras
lo lees:
Leopold Elñn tenía un problema: su nariz silbaba. No podía evitarlo.
Cada vez que respiraba por la nariz, de ésta salía una nota.
No el débil silbido que ocasionalmente emiten las vetustas narices
de hombres tres veces mayores, sino un sonido alto y estridente,
como el de un guardia que detiene el tráfico con su silbato. Leopold
era consciente de este problema, pero nunca había ido a ver
a un médico, pues creía que se trataba más de una cuestión anatómica
que médica. La causa de esa incorrección social puede que
fuera su tabique desviado, o sus estrechas ventanas nasales, o quizá
el torcido puente de su nariz.
Ahora escucha la grabación. Si es posible hazlo acompañado
de un amigo o un familiar para obtener una opinión más objetiva.
¿Al narrar la historia tu voz es dinámica y objetiva, de esas
que sumergen a los oyentes en el mundo que estás describiendo,
o es monótona, de las que los oyentes tienden a desconectar?
Si tu caso es el segundo, enciende la televisión. Busca un
presentador, un cómico o cualquier otro locutor de voz dinámica
que te guste. Escúchalo hablar. Presta atención a todos los
detalles y matices que hacen que su voz resulte irresistible. Advierte
cómo está presente en el material, cómo su voz suena
enérgica, cálida y apremiante.
Luego intenta repetir lo que dice, utilizando exactamente
sus mismas palabras, así como su tono y su estilo.
Cuando creas que eres capaz de imitar algunas de sus características
más atrayentes, vuelve a coger el cuento para niños.
Grábate leyéndolo otra vez, utilizando ahora las técnicas
que acabas de aprender. Mientras lees, experimenta con cambios
de volumen, tono, velocidad, timbre, ritmo y fluidez. Intenta
enfatizar distintas palabras, hacer pausas donde normalmente
no se harían; acortar o alargar las palabras; y hablar
adoptando distintas voces y acentos. Lee el pasaje varias veces,
y no temas hacer el payaso si eso te ayuda a superar tus limitaciones.
Cuando hayas terminado vuelve a leer el párrafo una vez
más. En esta ocasión, imagina que estás grabando un audiolibro
para niños. Compara esta nueva versión con la original y
descubrirás al gran narrador que llevas dentro.
PROBLEMA: Afirmaciones que suenan como preguntas
SOLUCIÓN: Siéntate, coge tu fiel grabadora y colócala delante
de ti.
Para realizar el último ejercicio vocal, imagina que la grabadora
es un amigo tuyo al que no le gusta el pescado. Tu objetivo
es convencerlo de que esta noche pruebe el sushi.
Cuando hayas acabado, escucha atentamente la grabación.
¿Elevas el tono al final de cada frase enunciativa?
Si lo haces, advertirás que tus afirmaciones suenan como
preguntas, y eso te hace parecer inseguro.
Los oradores persuasivos finalizan sus frases —y su argumentación—
de forma concluyeme.
Si tus afirmaciones terminan en un tono más elevado del
que han empezado, vuelve a grabar el mismo discurso. Esta
vez, sé firme. En vez de hacer preguntas que requieran contestación,
haz declaraciones categóricas que demuestren tu convicción.
Y asegúrate de que el discurso no deriva en repetitivos
disparates superfluos y de que al final llega a una conclusión
definida y convincente. Has de sonar como si supieras muy
bien de qué estás hablando y creyeras cada palabra que dices.
Aunque no le guste el sushi.
Re: Hablar con confianza
Yo sinceramente no veo prioritario ponerse con una postura o tono de voz adecuado. Yo creo que si expresas las cosas de una manera que entienda es suficiente y sino ¿cuantas veces habremos dicho la verdad gritando para que esa persona se diera cuenta?muchas y funciona y que eso que hacerlo de esa manera no es la correcta. Pero tambien es cierto que a veces ponerse como tu has escrito ayuda bastante a que te omprenda el otr@
yuki- Nivel 100
- Mensajes : 11226
Fecha de inscripción : 12/01/2010
Edad : 34
Localización : Madrid
Re: Hablar con confianza
jaja la verdad es ke yo para esto uso la táctica de "caballero renacentista" es decir, controlador, tranquilo, parecer omnipotente pero dulce, y siempre sonreir con los ojos cerrados, asi una persona te coje confianza antes ^^ y me va muy bien jeje... mirarl@ siempre a los ojos, pero de forma animada, no seria ni melancólica, así demuestras ke no es superior a tí, pero ke tampoco lo eres tú, os iguala...
siempre dulce y fuerte... para mi esa es la clave del éxito para un chico ;D
siempre dulce y fuerte... para mi esa es la clave del éxito para un chico ;D
Aizen-sama- Nivel 28
- Mensajes : 677
Fecha de inscripción : 12/12/2010
Edad : 29
Localización : Las Noches, ciudad de vacaciones
Re: Hablar con confianza
Yo me tendría que quitar lo de las muletillas, digo demasiadas y hablo bajo jaja
La verdad que a la hora de las exposiciones es bueno saberlo, pero tampoco es tan importante lo de la postura, con que estés cómodo y relajado igualmente vale^^
La verdad que a la hora de las exposiciones es bueno saberlo, pero tampoco es tan importante lo de la postura, con que estés cómodo y relajado igualmente vale^^
Kunn- Nivel 20
- Mensajes : 522
Fecha de inscripción : 04/01/2010
Edad : 31
Localización : Mordor
Re: Hablar con confianza
Sin duda toda la razon
Lelouchs- Nivel 57
- Mensajes : 1807
Fecha de inscripción : 04/04/2011
Edad : 32
Localización : Nipon
:: :: AMOR
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Sáb Abr 06, 2013 6:21 pm por JCE Reaper
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Jue Feb 28, 2013 5:24 pm por yuki
» hola :3
Jue Feb 28, 2013 5:23 pm por yuki
» PROXIMAMENTE.......
Vie Feb 15, 2013 2:12 pm por Boss
» Ayuda!! Personajes negros manga/anime...
Vie Feb 08, 2013 7:45 pm por Lúthien Hakaura
» Odio...
Jue Feb 07, 2013 2:32 pm por ginoalighieri