Aburrimento escolar(relato corto no tan corto)

Bueno,este es el fruto de mi clase de mates de hoy...creo que tengo que empezar a atender.Es un poco largo,pero en fin.

Era débil,muy débil.Ante los problemas se encogía e intentaba huir.Ante la idea del esfuerzo se encogía y las lágrimas brotaban de sus ojos.Ella era así,débil y poco práctica.Ante las realidades difíciles de la vida se encogía de hombros y se encerraba en su mundo de despreocupación y diversión.Cuando intentaba hacerla entrar en razón,apretaba los labios y en sus ojos brillaba una terquedad infantil.Era una cría.Aunque por fuera madrugara,por dentro seguía siendo una niña que sólo quería divertirse y que cuidasen de ella,y yo no podía hacerlo.No podía cargar con ella,un lastre más.Hoy en día pienso que no actué de la manera más adecuada,pero también sé que en aquella época lo creía necesario.Me fuí.Salí por la puerta,sin mirar atrás.Pese a que intenté explicárselo,creo que ella pensaba que volvería.Creo que me esperó,pacientemente.
Por lo que sé,siguió haciendo su vida normal durante un tiempo.Se arreglaba,salía,dormía gran parte del día,se metía su"felicidad"...hasta que se le acabó el dinero que le dejé.Entonces desapareció.Nadie a quien conozca la vió durante una temporada,así que no sé lo que vivió antes de empezar a vender su cuerpo.Aun de esa etapa de su vida no sé casi nada,más que las sórdidas historias que me contaron sus antiguas compañeras de trabajo.
Un día,una mujer me llamó.Me dijo que tenía que ver con ella y me dió una dirección,que me llevó a un bloque de apartamentos ruinosos.Llegué a una puerta de madera carcomida.La golpeé con los nudillo y me abrió una mujer.Pese a ser joven,la mujer tenía arrugas,unas grandes ojeras y era todo piel y huesos.Sin mediar palabra,señaló una habitación.Entré en el apartamento.La madera del suelo estaba cláramente podrida,y apestaba a moho.Las paredes,en donde la pintura aún no se había terminado de caer,estaban húmedas y resbaladizas.Cuando llegué a la puerta de la habitación,me paré antes de entrar.¿Qué hacía allí?No me habían dicho nada más que tenía que ver con ella y que me diera prisa.Pero ya me había decidido a olvidarla,aunque...¿lo había hecho?A fin de cuentas,estaba allí.Inspiré hondo.No.No la había olvidado.Pese a que la arrojé de mi vida jamás la superé.Conservé el número de siempre con la esperanza de que llamara.Tonto de mí.Apreté los puños.Estaba completamente decidido.La sacaría de allí.Me la llevaría lejos,muy lejos.Haría que dejase su"felicidad",pues seguro que seguía metiéndosela.Nos iríamos a un sitio donde nadie nos conociese y empezaríamos de cero.Agarré el picaporte con fuerza,lo giré y abrí la puerta con firmeza.
Paseé la mirada por la habitación,buscándola.Rápidamente la ví,y me quedé petrificado.Estaba tumbada en la cama,mirando a un lado.Estaba en ropa interior,y su piel era espeluznántemente pálida.Sus labios estaban morados,y sus ojos tenían la mirada desenfocada y vidriosa de los que ya no ven.Me acerqué a lo que en otro tiempo fué ella,y la observé detenidamente.Había estado enferma,y estaba consumida.Las costillas se le marcaban claramente y tenía unas extrañas marcas en el pecho.Sus ojos tenían unas grandes ojeras.Inspeccioné sus brazos.Estaban plagados de pinchazos,pero ninguno reciente.La miré una última vez.Cogí unas sábanas del montón de ropa tirado en el suelo y se las eché por encima.Cogí una silla que había en una esquina,la coloqué junto a ella y volví a mirar su cuarto.En el ventanal que lo iluminaba había un jarrón con flores frescas.No pude evitar sonreir.Le encantaban las flores,y siempre conseguía que aguantaran frescas mucho tiempo.La sonrisa se me borró cuando ví el estuche metálico donde guardaba su"felicidad".Seguí observando su habitación.Todo hablaba de ella.Sus mariposas de metal,las cuales le regalé al poco de conocernos y que se pasaba horas contemplándolas.Aún recuerdo cómo se quejaba cuando las cambiaba de sitio porque molestaban al limpiar y me decía que parecía mentira que yo se las hubiese regalado.Su cuenco de madera donde guardaba pétalos secos que tenían ese olor tan característico,aunque ahora no oliera a nada de eso.Miré a un viejo tocador,que estaba cerca de la cama,y,al mirar al espejo,me hundí.En el espejo,enganchada al marco,había una foto.En la foto,aparecíamos en un parque.Recuerdo aquel día.Fué antes de que todo empezase a ir mal.Ella pasaba sus brazos por mi cuello,y sonreía.Yo también sonreía.Pese a todos mis esfuerzos,perdí la triste seriedad que había llevado hasta entonces y empecé a llorar.Al cabo de un rato,me percaté de un sobreque también estaba enganchado al marco.Mi nombre estaba escrito en él con su letra de princesa.Lo cogí con cuidado.
Oí una voz débil en la puerta.Allí estaba una chica muy joven,apenas una adolescente,que me hablaba entre sollozos.Me contó que ellas dos siempre hablaban después de trabajar,y que ella siempre hablaba de mí.Siempre contaba historias de antes de que todo empezase a ir mal.También me hablóde que ella tenía ua cajita donde guardaba todas las fotos y todo lo que tenía mío,a excepción de la foto del espejo.Me contó que siempre le pedía que se las enseñara,pues sabía que le hacía feliz.Me dijo además que,cuando hablaban de los últimos tiempos ella simplemente respondía sonriendo"me cuidó lo mejor que pudo"y se repetía una y otra vez esas palabras,sin dejar de sonreir y mirando al vacío.
Escuché todo esto en silencio,y así permanecí mientras le daba un número para que llamara a la mujer que me abrió y salí a la calle con el sobre en la mano.Había anochecido,y hacía frío.Miré el sobre.Eran sus últimas palabras,ahora que estaba muerta,y estaban dirigidas a mí.Contemplé el sobre durante un tiempo,hasta que recordé las palabras de mi padre:"El hombre fuerte antepone lo que debe hacer a lo que quiere hacer".Me encendí un cigarro,y,sin apagar la llama del mechero,lo acerqué al sobre.Éste prendió con facilidad.Lo dejé caer al suelo.Querría haberlo leído,saber lo que ella quería decirme pero nunca tuvo ocasión.Querría haber guardado esa carta para siempre,como último recuerdo.Pero sabía que no era justo.Esas palabras eran las de alguien que siempre creyó en mí,y siempre me quiso.Las palabras de alguien a quien,en mi debilidad,abandoné a su suerte.Las palabras de alguien que nunca me culpó de nada y sólo recordaba cosas buenas de nuestros buenos tiempos,antes de que todo empezase a ir mal.No merecía leer esas palabras,ni yo ni nadie,y debía hacer lo que hice.Mientras contemplaba las cenizas salir volando,pensé que,por fin,ella había dejado de sufrir.Lentamente,me alejé de aquel lugar.El hombre fuerte antepone lo que debe hacer a lo que quiere hacer.El hombre fuerte es un hombre triste.

Me ha encantado, porque es importante aprobar la asignatura, si no te diria...que seguro que merece la pena que las clases de matematicas las dedicaras a escribir. Me ha gustado mucyo, buen argumento y bien escrito...No me gusta el hombre fuerte...jeje. Se sentira culpable siempre.Y si, el hombre fuerte, sera un hombre triste.

Sigue escribiendo!^^