recopilación de escritos romanticos mios

Y el cielo palideció, y las estrellas se escondieron, y el aire se heló, y la Luna se hizo más pequeña. Al son de las incidentes palabras que pronunciaba sin un atisbo de algo que no fuera odio y resquemor, el viento comenzó a bailar lenta y duramente al son de mi voz. Las nubes empezaron a formar en un negro tornado de vapor en las alturas, mientras que los truenos y relámpagos se unían a las cada vez más fuertes advertencias. El polvo empezó a ser levantado y azotado en todas direcciones por esas dolientes corrientes de aire cargadas de odio, conformando una nube a ras de la tierra. Me acerqué a él mientras mis advertencias seguían resonando en el eco del vacío en plena calle. Mis ojos se volvieron de un pálido rojo, y el mortal flujo de sangre que corría por mi piel poco a poco se fue apagando. Una advertencia, una sóla advertencia le obligué a aceptar, de tal naturaleza que todos los allí presentes quedaron marcados por mis palabras, y por el poder de éstas en mi garganta:
-No te acerques a ella.

Corazón, cristal lucero... cierra los ojos al son de mis labios...
Un giño de complicidad y todo se desvanece. Solo dos almas sin cuerpo, vacío al rededor, vida eterna en la que me podría quedar para siempre...
Dime, ¿qué sientes? ¿Ardor?¿Pasión?¿Qué son esos sentimientos? Aquí, caminando entre los segundos perdidos entre caricia y caricia... aquí, vagando en las sombras de cada mirada... aquí se encuentra mi corazón contigo, mi cadena, que me atas a la realidad de este mundo... Extiende tus alas, ángel de la noche... Tu rostro, la Luna, que me mece en suave susurro en un melancólico sueño en el que te observo desde la lejanía...
Corazón que lloras... dime si no es mejor arder, convertirse en ceniza, y pasar a formar parte del viento de sus labios...
Una gota, otra, y otra más... gotas que caen sin cesar a la tierra, a la muerte del cuerpo, pero no del alma, decidme si merece la pena ser derramadas por el rayo, decidme si sentís la melancolía, al son de las notas muertas de una garganta sin aliento, de unos ojos sin pupilas, de un cuerpo sin alma, por permitir que un ángel vuele por el frío manto, por el gélido mundo de las estrellas, lejos de tí, con los eslavones rotos, con la cadena muerta por la guadaña de una negra visión, lejos de un soplo de vida, lejos de un roce de amor...
Sí, merece la pena

Y ella apareció, vestida de blanco, con grandes alas de plumas blancas, con la piel pálida como la nieve, los ojos cerrados y una sonrisa de paz en sus labios. Yo, que había aprendido a la fuerza que las cosas inverosímiles existen, me caí de culo al suelo. Tenía la boca abierta, y no podía dejar de mirarla.
Había estado con ella durante mucho tiempo, pero nunca me percaté ni lo más mínimo de esa forma que ahora me mostraba.
Sin ser capaz de articular palabra, abría y cerraba los ojos con incredulidad. Ella entreabrió los ojos, dejando escapar un suave fulgor escarlata. Dio dos pasos hacia mi. Por mi parte seguía sin poder moverme voluntariamente. Me temblaba el cuerpo, pero tampoco tenía miedo. Sus ojos me proporcionaban una extraña sensación de bienestar que, de no haberme cerciorado antes de lo contrario, me habría hecho pensar que estaba dormido.
Ella siguió acercándose, me miraba a los ojos y me sonreía. Se agachó, plegando sus alas, esas alas que parecían estar sacadas de un sueño, posó su mano sobre la mía, apostada en el suelo en constante tensión. Poco a poco, la rigidez de mis dedos y mi muñeca se fue evaporando, quedando solo una sensación de total relajación. La otra mano se acercó a mi asombrada cara, acariciándome una mejilla. Sus dedos pasaron a lo largo de mis labios, rozándolos suavemente, para posarse sobre mi pelo.
No estaba seguro de a qué se debía, pero no pude evitar que se me escapara una lágrima. Ella con un dedo la arrancó de mi cara, y volvió a acariciarme. La otra mano empezó a subir por mi brazo suavemente hasta llegar a mi cuello. Se acercó más y cerró los ojos... nunca lo olvidaré.

Me encuentro junto a kien kiero, no deseo nada más excepto ke ese momento sea eterno, mas ¿ké otra cosa puedo hacer ke no sea resignarme y esperar el final de la angelical compañía ke a mi lado se cierne? nada supongo, pero mientras tanto, me siento en el paraíso...
Muchas veces pensé en qué se basaba una buena relación, en cómo saber ke realmente tenía futuro... bueno, cuando ella me preguntó ke ké pensaba de nuestra relación... sin yo saber una respuesta previa, pude contestar:

-¿Nuestra relación? jum... weno, aunke suena raro, es como unas Olimpiadas eternas...- al ver la cara de extrañada ke ponía, me reí y seguí.- si, piensalo, en unas Olimpiadas los deportitas se esfuerzan al máximo para conseguir los mejores resultados, para enorgullecer tanto a los demás como a sí mismo, y nosotros hacemos lo mismo, damos lo mejor de nosotros a la otra persona para ke se sienta orgullosa de nosotros, sintiendonos nosostros orgullosos a la vez. Por otro lado, el deportista siempre está con es triki triki en la cabeza de... ¿lo haré bien? ¿la pifiaré?, pero a la vez tiene unas inmensas esperanzas de ke salga bien, debido a lo ke se ha preparado para ello, y al igual ke él, nosotros estamos igual, con la eterna duda de ké hacer para mejorar lo acutal, con el temor de joderla, pero a la vez con la trankilidad de ke al final todo saldrá bien, porke nos keremos... y finalmente.... en las Olimpiadas siempre brilla el fuego de los dioses, la llama olímpica, símbolo del ardor de los competidores, de su valía y sus aptitudes... y... bueno, en nuestro caso... estoy totalmente seguro de ke nuestra llama jamás se apagará....- ella sonrió, yo la abracé y le susurré al oido- te kiero...

Noche... entre estrella y estrella, en luna y cielo, que me miran... que nos miran...
Giro la cabeza, lo primero... tus ojos, como dorados discos de oro, con el reflejo de las llamas en su interior...
Te miro, y se me salta un furtiva lagrima... veo que te ries y con tu suave mano me la limpias... me siento pequeño, tan insignificante que podria desaparecer sin darme cuenta, tan nervioso que podría derretirme ante tí... en ese momento pienso que eres un sueño, un espectro que quiere jugar conmigo... solo mi imaginación... pero no, te cojo la mano y te siento, siento tu calor... y viendo mi error rectifico mis pensamientos... eres un angel.

Extiendes tus brazos y me rodeas. Tus labios rozan mi oido y me susurras algo que me hace entrar en un estado de shock. No se como sentirme.... pues es algo bueno, pero demasiado para mi.

Entonces extiendo yo los mios y la enlazo, y mirandola le contesto: "yo tambien"

Los labios se rozan... y saltan chispas. El abrazo se vuelve cada vez mas intenso hasta que por un momento, nos convertimos en la misma persona...

Fue entonces cuando sentí por primera vez los latidos de tu corazón, y ahora te puedo decir que he conseguido que los mios sigan el mismo ritmo que los tuyos, con la esperanza de que la proxima vez ese estado de extasis emocional se haga eterno...

Y vuelvo a escuchar ese tintineo... miro y ha desaparecido. Me doi la vuelta y de nuevo lo oigo... pero para cuando intento verlo ya se ha ido... Entonces miro hacia delante. Un espejo. Me miro...¿soy yo? no... eres... tú...
Te veo, como si fueras mi reflejo, mi sombra...
Entonces lo vuelvo a oir. Me miro el pecho... ¿una cadena? ¡¡Sí!! traspasa el cristal, y llega hasta tu pecho.
De tus ojos caen lágrimas.
¿Qué es lo que le pasa? me pregunto. Y empiezo a sentir un gran dolor en mi estómago. Cada lágrima me atenaza más y más, hasta que dejo de respirar... y caigo. Me zambullo en el agua, y miro al horizonte. Una luz se ve a lo lejos. Siento gravedad y toco suelo. Me acerco sin saber qué es. Llego... ¿Un iris? una mujer con capucha negra me extiende la mano... la entrego la mía y siento frío... relajante... sosegado... pero entonces suena de nuevo ese sonido, y el dolor vuelve a mi cuerpo. Una garra negra me tira hacia atrás, alejandome de ella, y de vuelta al cristal. Entonces se rompe, y sus trozos me traspasan, y te veo nítida, más allá que cualquier otra cosa. Hermosa, quieta, mirándome... Entonces me alargas la mano y yo te la devuelvo... traspasando el marco del cristal... y nos abrazamos... y con el primer roce de labios, miro hacia arriba... y una luz inmensa me absorve...

Abro los ojos, te veo llorar, y entre besos, tu voz melancólica me dice...
-Has vuelto...
Y de nuevo vuelves a besarme

Había una vez un hombre, alto y fuerte, que ante los demás brillaba, que daba su calor a sus semejantes para el regocijo de estos. Un día, una mujer llegó, pálida como la nieve, con una voz cristalina y unos ojos azul oscuro hermosos... El hombre la vio, y al momento quedó prendado de su hermosura. Por miedo al rechazo, pedía al viento que la llevara un mensaje, un "te quiero", que fue respondido con un "yo también", fue entonces cuando el hombre corrió raudo en busca de su amor, pero no la encontraba... por ningún lado. Siguió buscando, durante muchos años, pero sin resultado. Hasta que mandó un mensaje por el viento, "te echo de menos", que fue respondido por "y yo a tí". El hombre subió a la montaña... un lugar prohibido para él, el hogar del frío, sabía que no debía de estar allí, pues no era su lugar, pero no le importó, y el resplandor que el hombre desprendía fue fusionado con la sombra de la hermosa mujer, creando una visión que nadie podía mirar directamente, pues se quedarían ciegos. Ambos se besaron y, tras aquel beso, el destino volvió a separarlos, y cada vez que se encontraban, todos a su alrededor debían taparse los ojos... finalmente él fue encargado de cuidar la vida de sus hijos, mientras que ella se encargó de cuidar sus sueños... ambos fueron nombrados por estos... ellos eran el Sol y la Luna